Ciudad Lineal
Más que un concepto urbanístico, un estilo de vidaRevista «La Ciudad Lineal» 1897-1997

Artículo de:
Jose Ramón Alonso Pereira
José Ramón Alonso Pereira es catedrático de «Historia de la Arquitectura y el Urbanismo» en la Escuela de Arquitectura de La Coruña, investigador y autor de numerosos libros como «Introducción a la Historia de la Arquitectura», «El París de Le Corbussier», «La Gran Vía de Madrid», o «La Ciudad Lineal de Madrid», galardonado por el Ayuntamiento de Madrid en 1999 y la Comunidad de Madrid en 2000. En 2017 publica «España 92, arquitectura y ciudad» dónde 25 años después se analiza, desde un punto de vista arquitectónico, el legado que dejaron los eventos que tuvieron lugar en España en 1992.
Publicado en: Boletín académico (Escola Técnica Superior de Arquitectura de Coruña)
nº 21, 1997.
La Ciudad Lineal 1897-1997
En el Centenario de la primera revista mundial dedicada al Urbanismo como ciencia.
Por José Ramón Alonso Pereira
A la vez última utopía del siglo XIX y punto de enlace con el urbanismo de nuestro siglo, en la bisagra entre ambos la teoría y la práctica de la Ciudad Lineal de Madrid constituyen una de las principales aportaciones españolas a la ciencia urbanística moderna (1). Su creador y promotor: Arturo Soria (1844-1920) -empresario, filósofo, políglota, publicista e inventor-, no era un intelectual puro, refugiado en la cátedra o en el laboratorio, sino un hombre de acción que, una vez descubierto un poliedro o inventada una ciudad los daba a conocer en la prensa diaria. Como Mallada, como luego Ortega Gasset, los principales hallazgos de Soria se encuentran puntualmente recogidos en los periódicos madrileños, consciente de que la difusión y la propaganda en ellos eran consustanciales al movimiento linealista.
La idea de la Ciudad Lineal se presenta en 1882 en un diario: El Progreso, y la prensa va a ser el primer vehículo de contacto exterior, que daría lugar a la aparición en mayo de 1897 del que sería el definitivo vehículo propagandístico del movimiento urbanístico linealista y la primera revista mundial dedicada al urbanismo como ciencia: la revista La Ciudad Lineal (1897-1932), de la que se cumple este año el centenario. Este hecho trasciende la simple anécdota para convertirse en dato clave en el proceso de conformación del urbanismo como disciplina autónoma entre los siglos XIX y XX. Pues, como destaca P. Sica (2), en este periodo de la historia del urbanismo la Ciudad Lineal es importante tanto por sí misma como por lo que representa su vehículo de difusión. En efecto, en los momentos iníciales del nuevo siglo, cuando se intensifican los intercambios de experiencias y se abre la confrontación y el debate sobre los métodos y las finalidades de la nueva disciplina, los congresos y los seminarios científicos, la formación de asociaciones, las exposiciones, los cursos universitarios, la publicación de manuales y, singularmente, la aparición de las nuevas revistas de urbanismo, vienen a reconocer y sancionar la autonomía disciplinar de la ciencia urbanística.

LA CIUDAD DEL XIX Y SUS ALTERNATIVAS: LA CIUDAD LINEAL
Las contradicciones propias de la ciudad decimonónica hacen de ella una ciudad dual: ciudad burguesa versus ciudad industrial, y, en su rechazo, determinan la aparición de diferentes utopías o alternativas urbanas a lo largo de todo el siglo.
Surgen primeramente las propuestas de los socialistas utópicos: Saint Simon, Owen, Cabet, Considerant, Fourier, etc. y sus comunidades ideales destinadas a grupos de fuerte coherencia sociocultural, a las que se unen las visiones y descripciones literarias de médicos y novelistas, interesantes por sí mismas y por su influencia en las propuestas finiseculares. Frente a ambas, en la segunda mitad del XIX las propuestas de los reformadores se hacen científicas y dialécticas en su análisis urbano y se dirigen más a plantear respuestas reales aunque futuras a la ciudad que a evadirse de ella dando así origen a la primera legislación urbanística. Por su parte la aportación científica de Cerdá y su Teoría general de la Urbanización -con su célebre manifiesto: urbanizar el campo, ruralizar la ciudad-, anticipa las alternativas rurbanas al finalizar el XIX: Ciudad Lineal, Ciudad Jardín, Prairie Towns, etc., en las que a la idea de la comunidad utópica y al deseo de evasión de las metrópolis, se une la realidad del suburbio urbano como concentración del hábitat de la burguesía.
Estas alternativas rurbanas aunan pues los ideales urbanísticos más o menos utópicos con su materialización experimental en conjuntos urbanos situados en los alrededores de Chicago, Londres o Madrid, haciendo que la utopía cobre forma y realidad, siquiera parcial en unas nuevas residenzstadts de 30 o 35.000 habitantes, fruto de la confianza que muy distintos hombres pusieron, más que en las ideas concretas de sus promotores, en la posibilidad de materializar una ciudad alternativa.
Junto a la más conocida de todas: la Ciudad-Jardín propuesta en 1898 por Ebenezer Howard (1850-1928) -que concreta su modelo en dos ciudades próximas a Londres: Letchworth y Welwyn-, destaca la Ciudad Lineal, propuesta en 1882 por Arturo Soria (1844-1920) y hecha realidad en torno a Madrid a partir de 1894.
Entendida y defendida como arquitectura racional de las ciudades, su utopía urbana se concreta en diferentes propuestas arquitectónicas: desde los estudios residenciales a las propuestas de equipamientos. Así, en la realidad urbana de la Ciudad Lineal madrileña hubo templos y residencias religiosas; teatro, frontón, plaza de toros, parques de diversiones, velódromo, y hasta aeropuerto; en ella se instalaron escuelas y colegios, mercados y tiendas de comestibles, así como talleres y pequeñas industrias. Pero en ella hubo, sobre todo, una investigación en materia de vivienda sin precedentes en España. Investigación tipológica rica y sólida expresada, sin embargo, con la mayor variedad morfológica, y con un primer intento de normalización de la edificación a través de la tipificación de sus elementos constructivos, en lo que supuso un intento de normalización de la edificación relacionable con los intentos que protagonizaría poco después el Werkbund, y un primer ejemplo de un urbanismo que pretende ser científico, racional y progresista.

EL PROGRESO, 1881-1887
Este progresismo más o menos radical está en los mismos orígenes generacionales de la Ciudad Lineal de Madrid que, tanto en la gestación de sus ideales como en su realización inicial, es producto de la generación de 1881 o de la Restauración, generación puente entre las de 1868 y 1898, a la cual pertenece Arturo Soria.
En el aspecto urbano, la Restauración había abandonado cualquier atisbo de utopía y había centrado sus esfuerzos en la construcción de la ciudad, relegando conscientemente las alternativas ciudadanas del Sexenio Revolucionario simbolizadas en El Futuro Madrid de Fernández de los Ríos. Sin embargo los círculos liberales y progresistas no abandonarían sus ideales, y bastará la llegada de Sagasta al Poder en 1881 para que el entorno liberal de higienistas y arquitectos, redoblasen sus intentos y formulaciones desde la prensa y desde la cátedra, desde la política y desde la actividad profesional. El acceso al Poder de la izquierda dinástica supuso una cierta apertura liberal del sistema canovista que ampliaba el campo político oficial, haciendo posibles desde la legalidad liberalismos antes relegados; pero al mismo tiempo vino a situar extramuros del sistema al grupo radical-progresista heredero de la República, el cual desde esa misma marginalidad reforzaría sus afirmaciones utópicas en todos los campos y en buena parte sería antecedente del 98 cultural.
En este origen y en esta radicalidad tiene su origen la constitución de la empresa periodística El Progreso (1881-87) en la que participó como socio fundador y redactor Arturo Soria, en cuyo diario daría a conocer pocos meses después su propuesta de ciudad alternativa. Esta publicación, dirigida por Andrés Solís, periodista y político republicano, apareció en Madrid el 4 de mayo de 1881 (3).
Convertido en catalizador de los ideales y de las alternativas a la España oficial, El Progreso estuvo rodeado en seguida por el éxito popular, no solo por el tono polémico de sus textos políticos antimonárquicos, anticlericales y anticonservadores, sino sobre todo porque supo organizar con acierto distintas secciones de crítica literaria y teatral, de información general, de cuestiones urbanísticas, y hasta de divulgación científica. Tuvo colaboradores eminentes, como Leopoldo Alas Clarín, quien publicaba asiduamente aquí sus paliques; Hermenegildo Giner y Adolfo Posada, que abordaban temas educativos y filosóficos; Lucas Mallada, que casi a diario dió a la imprenta artículos de su especialidad; y Arturo Soria que semanalmente escribía sobre temas referentes a Madrid (4) y donde dio a la luz pública su invento de la Ciudad Lineal en 1882. Igualmente contó El Progreso con un grupo de expertos y agudos redactores como Rafael Comenge, Carlos Malagarriga, Bruno Zahonero, Julio Borrell, Becerro de Bengoa y otros de igual nombradía en su tiempo.

Estas personas y estos antecedentes dan idea de la posición ideológica del entorno- en el que se gestó la Ciudad Lineal como ciudad alternativa en la España del 98. El Progreso simbolizaba la protesta contra la situación establecida; una protesta ejercida desde un extremismo radical, casi revolucionario, pero revestida siempre de una notable categoría intelectual.
A efectos urbanísticos, la generación de 1881 se define en el Congreso de Arquitectos celebrado en Madrid en mayo de ese año, en el cual se encuentran los antecedentes directos de la Ciudad Lineal, tanto en el problema de la vivienda social, cuanto en la referencia a los medios de transporte como posibilitadores de una ciudad extensiva. Sus debates, seguidos de cerca por El Progreso y madurados por Arturo Soria durante casi un año, darán lugar en 1882 a una alternativa radical, en la cual Soria plantea una síntesis urbana que quiere dar solución conjunta al problema del transporte y al problema de la vivienda, definiendo un nuevo tipo de ciudad: la Ciudad Lineal, ideal más o menos utópico, materializado experimentalmente hacia 1900 en los alrededores de Madrid.
De ese Madrid remendado o Madrid nuevo al que se refería Soria el día 6 de marzo de 1882 cuando desde las páginas de El Progreso criticaba las propuestas coetáneas de reforma interior y optaba por la ejecución de una nueva ciudad ideal, cuya idea básica, considerablemente ampliada, repetía el 10 de abril en el artículo expresamente titulado La Ciudad Lineal, donde introducía como lema propio el de Cerdá: ruralizar la ciudad; urbanizar el campo (5).
Sus ideales no quedaron en el papel, sino que, después de un periodo de letargo y tras diversos anuncios y propagandas dentro y fuera de España a partir de 1890, arrancarían definitivamente en 1894 al constituirse la Compañía Madrileña de Urbanización, instrumento social para la realización de la Ciudad Lineal de Madrid.
PRENSA Y PROPAGANDA LINEALISTA, 1892-1896
La Ciudad Lineal representa un planteamiento moderno de obra total donde concurren los elementos ciudadanos, tipológicos, espaciales, constructivos y figurativos, al modo de un gran proyecto arquitectónico que se va haciendo realidad en el tiempo. Por ello, consciente de que la difusión y propaganda era consustancial al movimiento linealista, la Ciudad Lineal busca proyectarse activamente fuera de sí, tanto en su actividad social y económica como en su proyecto urbano y en sus ideas. Y enfoca esta proyección por múltiples vías, pero, en especial, a través de la prensa y propaganda escrita. Su idea se había difundido inicialmente en un diario, y la prensa será el primer vehículo de contacto exterior, complementada en años siguientes por la presencia en congresos y reuniones científicas nacionales e internacionales.

De este modo, cuando la Ciudad Lineal se puso en marcha, se hacía imprescindible contar no solo con el eco cordial y amistoso de las publicaciones científicas o profesionales como podían ser las revistas higienistas o la Gaceta de Obras Públicas (6) de Mariano Belmás (1850-1916), sino también y muy especialmente con vehículos cotidianos de información y comunicación: ajenos en un primer momento, propios más tarde. Desaparecido El Progreso, acudirá Arturo Soria a dos de los principales diarios madrileños del momento (7) : el matutino El Heraldo y el vespertino La Correspondencia de España, para dejar constancia periódica de sus ideas y de sus movimientos, para anunciar la Ciudad Lineal y la Compañía que la sustentaba, para contestar a todos los interrogantes planteados, para hacer pública la correspondencia con los suscriptores, y -ya constituida la Compañía Madrileña de Urbanización-, para hacer públicos sus movimientos económicos y los acuerdos semanales de su Consejo de Administración durante los primeros años..
Lo oneroso de los costes publicitarios en la prensa ajena y el deseo de contar con un medio propio de difusión, llevaron a Soria a editar un periódico, polémicamente denominado La Dictadura, independiente aunque subvencionado por la Compañía Madrileña de Urbanización, y utilizado por Soria para exponer sus proyectos lineales y su ideario regeneracionista. Un ideario que coincidía con el de un sector liberal español que creía en la necesidad de una reforma de las estructuras sociales y económicas, y proponía como fórmula política para lograrlo un autoritarismo de signo elitista donde la fórmula dictatorial fuera una solución pragmática que antepusiese la eficacia a la ideología (8).

La Dictadura fue la última actuación política de los restos de aquel grupo progresista de 1868 que subsistía en vísperas del 98. Surgió a la luz el 5 de octubre de 1895, buscando un medio barato en cuanto propio para dar a conocer los acuerdos y las cuentas de la Compañía, pero a la vez como un medio de propaganda muy personal, casi como una recuperación de El Progreso efectuada en solitario por Soria, pero con el mismo tufillo guerrillero, ya un tanto fuera de lugar.
Este tufillo, ciertamente inofensivo, unido al protagonismo excesivo y casi dictatorial de Soria en los asuntos de la Compañía, fueron el pretexto que, convenientemente revestido con diversos razonamientos y motivaciones económicas, utilizaron los miembros del Consejo de Administración de la Compañía para acordar la suspensión de la publicación, que murió el 19 de diciembre de 1896 acompañada por una separata-manifiesto redactada personalmente por Arturo Soria: El fundador a los accionistas: un poco de historia. Su sustitución como vehículo de propaganda fue una revista que abandonaría ya toda veleidad política y se centraría en la Ciudad Lineal como su objeto propio, aunque no exclusivo, de atención, dando lugar al surgimiento de la que iba a ser, sin proponérselo, la primera revista de urbanismo, no ya de España, sino del mundo.
LA CIUDAD LINEAL, 1897-1932
Así, un año más tarde y con el mismo espíritu que le animó en la fundación anterior, Arturo Soria planteó la creación de una revista llamada La Ciudad Lineal, que además de informar pudiera propagar las ventajas de su nuevo concepto del urbanismo; por ello se tituló del mismo modo que su alternativa urbana (9). Fundada en mayo de 1897, su periodicidad fue primero decenal y luego quincenal, hasta que en 1917 hubo de hacerse mensual debido a la crisis económica, periodicidad que mantuvo luego, si bien mejorando notablemente su calidad. En los años treinta y a consecuencia de la crisis de la Compañía, la revista se hizo más irregular, desapareciendo a finales de 1932, junto con la imprenta de la Ciudad Lineal a la que siempre estuvo indisolublemente unida (10).
De máximo interés para conocer y seguir el desarrollo linealista, La Ciudad Lineal fue la primera revista mundial dedicada al urbanismo, precediendo a otras revistas británicas y alemanas más conocidas y difundidas posteriormente, como DerStadtebau (1904-1930), fundada por Sitte y Goecke y portavoz del arte cívico desde enero de 1904, o Garden Cities & Town Planning (1904-1932), eco desde octubre de ese mismo año del movimiento howardiano; primeras ambas de una serie de nuevas publicaciones urbanísticas que van a proliferar en los años siguientes en Europa y América, contribuyendo a conformar la disciplina urbanística.


Con un carácter mixto: publicitario y urbanístico a la vez, la revista sería asimismo desde 1897 la encargada de la propaganda continua y sistemática ejercida por Arturo Soria para la explicación, defensa y proyección pública de la Ciudad Lineal, desde el convencimiento de que para resaltar sus fines se precisaba de mucha propaganda y mucha publicidad. Por ello, desde sus mismos comienzos, en la revista linealista van a mezclarse y amalgamarse angulaciones y ópticas muy diversas: algunas tan poliédricas como la figura de su promotor.
Pues al tiempo que se analizaba la actividad realizada por la Compañía, sus pretensiones, su sistema de financiación, administración y gestión, o las ventajas que ofrecía La Ciudad Lineal, etc., aparecían múltiples ensayos y artículos varios sobre cuestiones urbanísticas desde el punto de vista social, desde la higiene, desde la economía, la política, el planeamiento, los sistemas de transporte, los servicios públicos, la construcción y compra de terrenos, el trazado de sus calles, la construcción de sus viviendas, sus necesidades y equipamientos, la adecuación del entorno, etc.
Se planteaban también diferentes temas de interés general, y se llevaba a cabo toda una labor publicitaria de los trabajos que se realizaban o iban a ponerse en marcha. Pues la prensa fue el medio escogido para hacer transparente la administración de la Compañía. Así en La Ciudad Lineal, como en todas las anteriores publicaciones periódicas, se hacía un análisis detallado de los pagos e ingresos de la Compañía, con el fin de mantener las cuentas claras y permitir a los accionistas y al público en general el seguimiento continuo del funcionamiento social.
Este carácter poliédrico dado a la revista motivó el que a partir de 1902 se reformulase su formato, se sistematizasen sus contenidos y se la subtitulase: Revista de higiene, agricultura, ingeniería y urbanización, plasmándose en ella los ideales, la materialización y el crecimiento de la Ciudad Lineal de Madrid, integrando los variados elementos que la conforman.
En esta labor a la vez de análisis teórico y de difusión propagandística de la Ciudad Lineal que se verificaría desde las páginas de la Revista, Arturo Soria estuvo acompañado por otros intelectuales y publicistas, más o menos vinculados a los fundamentos linealistas, que contribuirían a su mejor formulación y contraste. Así la Revista contó en seguida con un amplio grupo de periodistas y propagandistas de la Ciudad Lineal en el que destacan Ángel Muñoz, que fue su director, Pascual López, Custodio Redal, y, singularmente, Hilarión González del Castillo, principal exponente de las conexiones exteriores establecidas por el movimiento linealista en torno al Novecientos, que le llevarían tanto a defender y propagar la Ciudad Lineal como ideal urbanístico de valor universal, como a reforzar los contactos con otros mundos culturales (11).
Estas conexiones se ligarían con la proyección exterior linealista en las décadas siguientes en las que, tras un periodo de relativo aislamiento, la Ciudad Lineal emprendería un nuevo esfuerzo para lograr la divulgación de sus teorías y de sus realizaciones dentro y fuera de España. Y lo haría básicamente de la mano de González del Castillo, quien dio comienzo a una fase propagandística en la que defendería lo que denominaba Mi proyecto de Ciudad Lineal, presentando diversas propuestas dentro y fuera de nuestras fronteras, que reforzaban y actualizaban el concepto linealista y lo encuadraban en el momento urbanístico internacional coetáneo (12).

OTRAS PUBLICACIONES LINEALISTAS
Además de esta presencia constante y sistemática en la prensa, Arturo Soria y la Compañía Madrileña de Urbanización editaron esporádicamente diversos folletos y publicaciones monográficas de amplia difusión, de las que serían paradigmas las tituladas: Ferrocarril-tranvía de Circunvalación de Madrid (1892) y La Ciudad Lineal: antecedentes y datos básicos de su construcción (1894), o, dos décadas después: Datos acerca de la Ciudad Lineal (1911) Y La Cité Linéaire, nouvelle architecture des Villes (1913), relacionada esta última con una amplia exposición gráfica presentada al congreso urbanístico de Gante, coincidiendo con la Exposición universal belga.

A ellas se unen también otras muchas publicaciones de Soria más o menos relacionadas con los ideales linealistas, entre las que destacan: El progreso indefinido (1898), Fundación de una escuela pitagórica en Madrid (1900), Buen Negocio (1907), Reorganización de la Compañía Madrileña de Urbanización y engrandecimiento de la Ciudad Lineal (1919), y, finalmente, Filosofía Barata y Cosas de Madrid, recopilaciones de textos de Arturo Soria publicadas póstumamente por sus sucesores (13).
En todo caso, la proyección exterior de la Ciudad Lineal no se limitó a la prensa, sino que se complementó con una presencia activa más o menos intermitente tanto en los Congresos y reuniones científicas de higiene, urbanismo o arquitectura, como en las diferentes Exposiciones Universales: desde Chicago (1893) hasta Gante (1913), siempre con la pretensión de difundir la propuesta Iinealista y obtener un respaldo público para ella. Tras la Guerra Europea, estimulada por la competencia ideológica con la Ciudad Jardín, los años veinte asistieron una prolífica expansión Iinealista en España y en el extranjero que culminaría con la presentación de la Ciudad Lineal ante la Sociedad de Naciones en 1925 y la constitución en 1929 en París de la Assotiation International des Cites Lineaires, todas las cuales dieron lugar a nuevas publicaciones Iinealistas, que tienen su mejor representación en la aportación al importante debate urbanístico madrileño que precedió al concurso internacional de 1929, muy significativamente titulada El Futuro Madrid (14).
El auge y la prosperidad de los años veinte tuvieron su reverso en la década siguiente, y hallaron su trágico final en la Guerra Civil, que supuso la paralización total de la vida de la Ciudad Lineal, la cual ya en 1932 había cerrado la imprenta linealista y suspendido indefinidamente la publicación de su Revista, que nunca más volvería a editarse. Sin embargo su presencia cultural y su importancia histórica en la formación de la disciplina urbanística están presentes. Y así hemos querido recordarla al conmemorar el centenario de la que fue primera revista mundial dedicada al urbanismo como ciencia.

Estamos muy agradecidos al catedrático José Ramón Alonso Pereira por compartir con nosotros el homenaje que realizó en 1997 con motivo del centenario de la revista de la Ciudad Lineal, la primera revista mundial dedicada al Urbanismo como ciencia.
Este documento tiene una gran relevancia por las aportaciones que hace al conocimiento preciso de los grandes artífices de la revista y que, salvo que uno sea un profundo conocedor de la misma, sería muy difícil descifrar a través de los diversos números a veces firmados con acrónimos o pseudónimos. Es un viaje por cada una de las etapas de esta extraordinaria publicación que nos ayuda a entender su importancia desde su creación hasta el día de hoy.
NOTAS
(1) Esta monografía se sitúa en el marco de un estudio más amplio que, con el título «La Ciudad Lineal de Madrid», fue publicado en 1998 por Arquia-Fundación Caja de Arquitectos y premiado por el Colegio de Arquitectos, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid.
(2) P. Sica: La formación del urbanismo entre los siglos XIX y XX; los instrumentos de difusión, en su: Historia del Urbanismo, el siglo XX, ed. Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid 1981, ps. 79-81 .
(3) Coincidiendo con las primeras elecciones de Sagasta, El Progreso aparece con el objetivo expreso (como entonces era habitual) de servir de órgano a un partido político: el demócrata-progresista de Ruiz Zorrilla. Vid. P. Gómez: Historia del periodismo español, ed. Nacional, Madrid 1971, YM. C. Seoane y M. D. Sáinz: Historia del periodismo en España, vol. 11, Alianza ed. Madrid 1983.
(4) A. Soria: Cosas de Madrid, colaboración semanal aparecida en las páginas de El Progreso, generalmente los lunes·durante 1881, 1882 Y primer semestre de 1883.
(5) Textos reproducidos por G. Collins y C. Flores, op. cit., ps. 167-193.
(6) Acerca de la Gaceta y de la personalidad de su creador en la arquitectura y el urbanismo finisecular, vid. mi biografía: Mariano Belmás, arquitecto de la Ciudad Lineal, rev. Q-Arquitectos, Madrid, marzo 1981.
(7) Aunque no son los únicos, éstos son los principales diarios madrileños donde se encuentran anuncios y referencias de Arturo Soria y de la empresa linealista, especialmente entre los años 1891 y 1896.
(8) Este ideario coincidía con el de un sector regeneracionista español al que pertenecían tambien Costa, Hauser, etc. Vid. E. Tierno Galván: Costa y el regeneracionismo, ed. Barna, Barcelona 1961.
(9) Distribuída entre los accionistas de la Compañía Madrileña de Urbanización y en los principales centros sociales de Madrid y de toda España -y, más tarde, tambien del extranjero-, se pueden hoy consultar colecciones completas de la Revista en la Hemeroteca Municipal y en la de la Biblioteca Nacional de Madrid.
(10) En relación con la tipografía y el grafismo de la Revista, vid. mi monografía: La imagen gráfica de la Ciudad Lineal, en el nº 15 de este mismo Boletín Académico, La Coruña 1992, ps. 42-49.
(11) Ya en 1902 se habían dado puntualmente a conocer en la Revista los comienzos del movimiento de la Ciudad Jardín; en 1908 se aproxima la Ciudad Lineal al movimiento rurbano norteamericano y al craftsman movement, versión americana de las arts & crafts, cuyas propuestas entroncan a la Ciudad Lineal con el mundo de diseño de más actualidad del momento.
(12) G. Collins: Impacto delproyecto madrileño, en Arturo Soria .., op. cit., p. 55 y ss.
(13) A. Soria: Filosofía barata, apuntes sociológico científicos, reedición conmemorativa de artículos aparecidos entre 1902 y 1915, imp. Ciudad Lineal, Madrid 1926, y Cosas de Madrid, apuntes y comentarios municipales, edición conmemorativa de textos finiseculares de Soria, imp. A. Boué, Madrid 1935.
(14) El Futuro Madrid, imp. de la Ciudad Lineal, Madrid 1928, recordando el proyecto urbano revolucionario de los hombres de 1868, al que siempre se sentiría personalmente vinculado Arturo Soria.
Me encantaría que pudiéramos hacer todo lo posible para enriquecer y embellecer el barrio. A veces es más trabajo e imaginación que el coste que lleva consigo el desarrollo. Creo que podemos hacer muchas cosas si se forma un equipo con ganas. Yo estoy dispuesta a colaborar