Arturo Soria

Del inventor al urbanista

Algunas vueltas sobre el Parque de Aviación de la Ciudad Lineal de la mano de Corpus Barga

5 diciembre 2020 | Investigación | 0 Comentarios

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Artículo de:

Javier Rodríguez Cabello

Historiador del Arte, guionista y diseñador gráfico, Javier Rodríguez Cabello se ha dedicado, sobre todo, a cuestiones de Patrimonio Histórico, incluso desde la política autonómica con alguna propuesta y colaboración en la Asamblea de Madrid. Como guionista, entre otros trabajos, tiene redactado el proyecto de una serie para televisión, bajo el título ‘Sueños de hierro’, en la que se narraría la épica construcción de la Ciudad Lineal.

Nacido en Madrid en 1887 y fallecido en Lima en 1975, Andrés Rafael Cayetano Corpus García de la Barga y Gómez de la Serna, conocido sin más como Corpus Barga, fue uno de los muchos intelectuales españoles de la primera mitad del siglo XX que, pese a su enorme talento, eclipsado por los grandes nombres de la Generación del 98 o de la del 27, cayó en el olvido como tantos otros. Que su obra periodística fuera mucho más cuantiosa que la más reconocida en su pureza como literaria, así como que su vida transcurriera en un exilio casi permanente (voluntario en su juventud, al no estar de acuerdo con la rigidez social española, y obligado, tras la Guerra Civil, por sus ideales), no ha ayudado a una mayor valoración general de su figura y su obra. Destacan del Corpus Barga literato varias novelas (algunas con un importante componente autobiográfico), así como sus propias memorias recogidas bajo el título ‘Los pasos contados’. Más allá de estos trabajos, como republicano convencido y de espíritu aventurero, su ajetreada vida le llevaría a ser amigo de Valle-Inclán, Pío Baroja, Francisco Ayala, Rafael Alberti, María Teresa León o Picasso, y llegaría a entrevistar, como gran cronista de su época, a personalidades internacionales como Henri Bergson, Trotski, Goebbels, Hitler, Pío XI, Marinetti o Mussolini.

Planeador construido por Juan de la Cierva y sus amigos y volado en los Altos del Hipódromo en 1910

Andrés García de la Barga y Gómez de la Serna
Imagen: elmundo.es

Una vez presentado, aunque sea grosso modo, en 1997, cuando habían pasado poco más de dos décadas tras su muerte, la filóloga Isabel del Álamo Triana publicaba «Contando sus pasos: Primer viaje a América (La vida rota, segunda parte) y otros textos inéditos de su juventud», un amplio estudio sobre Corpus Barga editado por Pre-Textos en el que se recuperaban varios manuscritos inéditos de sus primeros años. Entre ellos cabe aquí destacar aquél en el que el periodista y escritor parece dar testimonio de una de las primeras experiencias aeronáuticas de Mamet en la Ciudad Lineal. El título completo de lo que supondría poco más que un relato breve es: «Cómo se proyecta la aviación sobre la humanidad. La audacia del vuelo. Desventuras pasajeras de la señorita Hern». Pese a tan largo título, el texto apenas tiene unas pocas páginas y, o bien se trata de un esbozo, o bien quedó sin terminar, pues tampoco se llega a saber del todo qué le pasa a la aludida señorita Hern. Dejando a ésta aparte, y sin llegar a reproducirlo entero (quien quiera leerlo puede comprar el libro), aquí van las primeras líneas:

“La tarde estaba nublada y serena. El aeródromo tenía al fondo unas lonetas levantadas en curvas graciosas. Salpicaban la tierra, campa y parda, varias manchas cuadradas, verdes. A un lado se veía en línea caprichosa y quebrada, la cresta de Madrid. Aquí y allá, subían frágiles, finas carreras de humo en la serenidad del aire. El cielo se acercaba al horizonte; primero oscuro, después azul, luego pálido… La silueta de un globo se recortaba suspendida sobre Madrid”. 

“Iban rodeando el aeródromo, automóviles y motocicletas. La gente recostada en el campo esperaba el momento en que el piloto Mamet volase con su monoplano Blériot. Una banda militar lanzaba al aire sus notas llenas de acometimiento”…

Basta con eso. A partir de aquí se va a poder ver si la descripción del ambiente descrito es fiel a lo que pudo vivir Corpus Barga en la Ciudad Lineal, o a lo que tal vez leyó o le contaron…

El Bleriot de Mamet en  la revista «España Automóvil»
nº6, 30 de marzo de 1910

Isabel del Álamo señala que “por los hechos narrados en el manuscrito podemos llegar a la conclusión de que el acontecimiento que se cuenta es el que tuvo lugar el 26 de marzo de 1910 en el aeródromo de Ciudad Lineal en Madrid: el vuelo del piloto francés Lucien Mamet en su Blériot-XII”. Añade también que “aunque tres días antes el piloto sobrevoló la ciudad de Madrid, pensamos que lo narrado en este relato se refiere al vuelo del 26 de marzo en el aeródromo, por lo que aparece detallado en el texto: que había asistido mucha gente al acto, que había una banda militar y que era todo un acontecimiento”.

Antes de nada, hay que señalar un importante equívoco que, como en lo citado, se ha perpetuado hasta la actualidad: el nombre de Mamet llegaría a aparecer en muchos medios como Julien, Julian (o españolizado en Julián, con tilde), Lucien (que era su hermano) y hasta (también españolizado) Juan, aunque sobre todo abundan las veces que se referirán a él tan sólo como M. o Mr. Mamet. Para aclarar semejante desaguisado, ya acudiendo mejor a fuentes francesas, es Julien. Julien Mamet, mecánico y piloto de Blériot. 

Julien Mamet en los primeros vuelos sobre Madrid en Marzo de 1910

Anuncio para el 23 y el 26 de marzo en ‘La Época’
22 de marzo de 1910

Anuncio para el 26 de marzo y los sucesivos, y apuesta en ‘El País’
21 de marzo de 1910

Y, en efecto, el acontecimiento mereció anunciarse antes y ocupar un espacio, tanto ese día, como los anteriores y las semanas siguientes hasta mediados de abril (pues desde el 23 de marzo se sucedieron más vuelos de Julien Mamet sobre la Ciudad Lineal), en periódicos como ‘La Correspondencia de España’, ‘La Época’, ‘Nuevo Mundo’, ‘El País’ (el de entonces), ‘Actualidades’, ‘El Imparcial’, ‘El Liberal’ o, por supuesto, la revista catalana ‘Aviación’ (ya que el primer vuelo en España lo protagonizaría el propio Mamet en Barcelona tan sólo seis semanas antes de su estreno en Madrid). Sorprende, en cambio, que ‘La Ciudad Lineal’ le dedicara apenas unas breves notas que, aunque sin ocultar cierto orgullo, iban poco más allá de las preocupaciones logísticas ante el numeroso público que asistiría, público que, en su mayor parte, llegaría al Parque de Aviación en los tranvías de la CMU. En este sentido, pese a la ampliación en el servicio tranviario, hay que decir que los asistentes acabarían echando de menos un mayor incremento en la línea. En cualquier caso, como se ve, muchas fueron las crónicas que recogieron estas primeras experiencias aéreas sobre Madrid, y la novedad de Corpus Barga estriba en que pretende ambientar en la Ciudad Lineal, y con ese acontecimiento de fondo, una narración, una historia ficticia, la de la señorita Hern, así como algunas reflexiones sobre la nota exótica que aportaba allí esta neoyorkina imaginada o sobre el mismo vuelo de Mamet, que Corpus Barga llegaba a comparar con los arrobamientos extáticos de Santa Teresa de Jesús (cuya lectura para el joven escritor, pese a sus inclinaciones anarquistas en aquella época, era bastante recurrente). Nada extraño esto último si se tiene en cuenta que una de las características más destacadas de esos vuelos era su suavidad. Mamet conseguía alturas de entre unos 50 y 150 metros a una velocidad máxima de unos 70 kilómetros por hora, por lo que, para la imaginación, lo más parecido en esos momentos a las vueltas que diera sobrevolando la zona debía de ser la imagen levitante de la religiosa.

Bleriot Tipo XI
Fuente: Wikimedia Commons, Kaboldy

Aparte, Isabel del Álamo también habla de un modelo XII de Blériot, pero hay que señalar que se pondrían a disposición de Mamet diferentes ejemplares de la misma firma. Uno de ellos se conserva en el Museo de Aeronáutica y Astronáutica del Ejército del Aire y es del tipo XI (el cual, en el fondo, es el más mencionado en los medios de la época). Los más entendidos en este tema podrán indagar en profundidad sobre ello.

Aunque no se haga mención explícita alguna, la ambientación en la Ciudad Lineal es obvia. Se sabe que Mamet estuvo allí y allí realizó sus primeros vuelos sobre Madrid. También el paisaje descrito de “tierra, campa y parda” se corresponde bien con el del Parque de Aviación de la Ciudad Lineal, hacia el kilómetro 7 de la Carretera de Aragón, desde donde se podría ver silueteada la Villa y Corte. Sólo unos años más tarde se emplearía para las exhibiciones aéreas el Velódromo, junto al Parque de Diversiones, cuyos alrededores habrían destacado en una descripción por su incipiente urbanización y una quizás ya abundante forestación.

Las pistas que da la experta para señalar el día concreto, el 26 de marzo, podrían ser, por el contrario, algo insuficientes. Y aquí va una elucubración que quizás no tenga ninguna importancia, pero que invita a un entretenido juego… Corpus Barga, después de volver por la fuerza de una escapada a Buenos Aires, en 1910 estaba en Madrid, sí, al menos hasta mediados de año, cuando marcharía a París, ciudad en la que acabaría residiendo buena parte de su vida. Por tanto, los ejercicios de Mamet, en efecto, coincidieron con esa eventual estancia del escritor en su ciudad natal. No obstante, el hecho de que la autora del estudio se refiera al piloto francés hasta dos veces con el erróneo nombre de Lucien podría indicar que, dentro de estos asuntos aeronáuticos que le serían bastante ajenos, no indagó demasiado en otro detalle (de muy escaso valor para su investigación y que no desmerece para nada su interesantísimo trabajo, todo sea dicho), y es que pudo no tener en cuenta que Mamet, aparte del 23 y el 26, sobrevolaría varios días más la Ciudad Lineal con más o menos el mismo éxito de público, y que incluso repetiría su actuación en la primavera del año siguiente (aunque para entonces ya no estaría en Madrid Corpus Barga).

 

Los motivos para descartar el 23 de marzo, por supuesto, son de peso. Como bien señala Isabel del Álamo, ese día tuvo lugar el pase privado, sólo para autoridades y prensa (con lo que, de hecho, habría podido entrar Corpus Barga). Aun así, pudieron concurrir todos los factores que lo descartan. En cuanto a la banda de música, ¿por qué no la iba a haber ante las autoridades? Autoridades (políticos, aristócratas, empresarios) hubo, en el fondo, todos o casi todos los días que voló Mamet. Y también pudo ser numeroso el público que se colara fingiendo lo que no era (como se comentaba en ‘La Correspondencia de España’) o que se acercara curioso a intentar ver algo desde fuera del recinto, ya que, en todo caso, dicho ensayo privado fue de igual manera anunciado con antelación.

Comentario sobre la gente que se colaba el día 23 en los ensayos de la Ciudad Lineal y Chamartín, en ‘La Correspondencia de España’ del día siguiente.

Al cabo, una vez en el aire el aparato de turno (a una altura, como se ha mencionado, de entre unos 50 y 150 metros), sus vuelos podían disfrutarse desde el exterior, lo cual haría con el tiempo que la venta de entradas acabara no siendo todo lo rentable que se esperaba. Sin embargo, habría gente detrás de un cercado que, por fuerza, y por ficticia que fuera la historia de Corpus Barga, se habría de mencionar en el relato. Desde el punto de vista del narrador se habla de las “lonetas levantadas en curvas graciosas” (las carpas que servirían de hangares) al fondo, como si se situara dentro del recinto, y a su vez de “gente recostada en el campo”. Esto, aunque no queda concluyente del todo, podría interpretarse como que esos espectadores también estaban dentro y, por tanto, se trataría de un día abierto al público, ya fuera, pues, el 26 de marzo o las jornadas aéreas que le siguieron. Tampoco implica demasiado que, pocos días después, para el 29 de marzo, el llamado con taurino apelativo “Tendido de los Sastres”, un montículo junto al Parque de Aviación sobre el que se situaba la gente que permanecía en el exterior para disfrutar del espectáculo sin pagar, se arrendara para que todos tuvieran que comprar la entrada de posteriores exhibiciones. Aunque, pensándolo bien, justo quizás pudo situarse allí Corpus Barga mientras se pudo ocupar dicho montículo, pero no sería el día 23, cuando podía haber entrado como periodista…

Fotografías del 26 de marzo en ‘Actualidades’
31 de marzo de 1910.

Aceptando, pues, la tarde del día 26 (cuando se calcula que hubo 6.000 personas dentro del recinto y otras 12.000 fuera), que se omita en el relato la asistencia de la Reina Victoria, de sus hermanos y de otras personalidades de la aristocracia puede deberse a que Corpus Barga, tan republicano él, no quisiera quitarle protagonismo a su particular y poco discreta señorita Hern y a la reflexión que el deambular de ésta por el Parque de Aviación suponía para la historia que contaba. Si bien eso se podría asumir, lo siguiente no: aunque el cielo en el relato se refleje nublado y sereno y pueda coincidir con las condiciones primaverales que en realidad se dieron ese día, el viento, bastante fuerte, no era el más propicio para el espectáculo y se lo puso difícil a Mamet en los dos vuelos que realizó, con lo cual no podían subir frágiles, a lo lejos, “finas carreras de humo en la serenidad del aire”, tal y como relata Corpus Barga. ¿Licencias poéticas, o en realidad el escritor no estuvo allí el 26?

Estado del tiempo los días 23 y 26 de marzo de 1910, según ‘La-Época’

Y el 27 volvería a volar Mamet de nuevo sobre la Ciudad Lineal… En fin, así hubo diferentes días más durante varias semanas de forma discontinua y, si de verdad tuviera importancia, se podrían investigar con el máximo detalle cada uno de ellos para ubicar a Corpus Barga como quién busca a Wally. Después de todo, hasta la presencia de un globo sobre Madrid que se podía ver desde la Ciudad Lineal, tal y como menciona el escritor en su descripción del paisaje, podría ser otra pista, aunque de más difícil rastreo. Lo cierto es que, aparte de que cayera en Sábado Santo, o de Gloria (sobre todo para Mamet), ese 26 de marzo propuesto por Isabel del Álamo sin duda Madrid era una fiesta.

Como desafiante competencia, en la misma fecha, pero en el Campo de Aviación de Chamartín de la Rosa, también volaría Edouard Stoeckel, con accidentado final, aunque sin más consecuencias que unas contusiones y algunos daños materiales en su aparato. Stoeckel habría tenido ocasión de un anterior ensayo privado el 23 de marzo, al igual que Mamet, pero el suyo no se cuenta entre los primeros vuelos sobre Madrid por la frustración del mismo. Al parecer, todo le salió mal.

Los vuelos de Mamet y Stoeckel del 26 de marzo en ‘La Correspondencia de España’
27 de marzo de 1910

Los vuelos de Mamet y Stoeckel del 26 de marzo en ‘La Correspondencia de España’
27 de marzo de 1910

Frente a ello, y desde días antes, la empresa gestora del Parque de Aviación de la Ciudad Lineal, en su anuncio de la exhibición de Mamet para el 26 y para las de los siguientes días con el propio Mamet y otros pilotos, ya se había atrevido a apostar 5.000 pesetas a que el vuelo que más duraría tendría lugar en su aeródromo. Por diversas fuentes, se sabe que a la Ciudad Lineal asistieron, enamorándose para siempre del nuevo invento, personajes que tendrían después una relevancia enorme para la aeronáutica española, como Juan de la Cierva, Tomás de Martín-Barbadillo, Benito Loygorri (que sería el primer piloto español en contar con título oficial y pocos años más tarde tendría oportunidad de sobrevolar también la Ciudad Lineal) o Ignacio Hidalgo de Cisneros. Cada periódico hacía mención de anécdotas distintas y, mientras en ‘La Época’ se fijaban, por ejemplo, en la amplia representación de automóviles Renault (uno de ellos llevó a la Reina y otro al representante de la marca en España junto a Mamet) y se señalaba un éxito de público mucho mayor el 26 que el 27, al menos en el interior del recinto, de pago, frente al antes mencionado “Tendido de los Sastres”, en la crónica de los vuelos de la Ciudad Lineal y de Chamartín de la Rosa que realizó ‘La Correspondencia de España’ se recogía un comentario de una catadura bastante común por entonces: “Multitud de hermosas mujeres alegraban con su presencia el espectáculo”. No sería raro que, de entre ellas, alguna llamara de manera especial la atención de Corpus Barga (al cabo, un alocado joven de 23 años) que pudiera inspirarle para la neoyorkina señorita Hern. Asimismo, como si la capital de España se hubiera convertido también en la de la aviación mundial por un breve intervalo de tiempo, hasta el genial brasileño Alberto Santos Dumont, si no estaba ya en Madrid por esas fechas, llegaría pocos días después, aunque sólo volaría con su monoplano Demoiselle en los Altos del Hipódromo el 10 de abril, fecha en la que Mamet, por su parte, realizaba otra más de sus exhibiciones en la Ciudad Lineal. Lo dicho, esos días Madrid era una fiesta, y Corpus Barga pudo pasarse por la Ciudad Lineal en cualquier momento.

Mamet ante la Reina
‘Nuevo Mundo’ 847,  31 de marzo de 1910.

Noticia con el apunte sobre el arrendamiento del “Tendido de los Sastres”.
La Época’ de 29 de marzo de 1910

Julien Mamet
‘Actualidades’ nº112, 7 de abril de 1910

Mamet en pleno vuelo.
‘España Automóvil’ 7 de 15 de abril de 1910.

Aun existiendo ciertos matices que no concuerden en el relato de Corpus Barga con lo que en realidad pasó el día 26 de marzo de 1910, tal vez incluso por una ya advertida licencia poética, por descuido al transcribirlo tiempo después o por correcciones tan posteriores que el recuerdo quedara difuso, hay algo que, en cambio, no podía demorar hasta mucho más tarde la visita del escritor a la Ciudad Lineal: a priori, su inquietud y curiosidad naturales y, a posteriori, ese especial gusto que tendría de por vida por la aeronáutica, y que, si no lo contemplaba ya antes, quizás lo adquirió en el descampado utilizado junto a la Carretera de Aragón ante “aquella cosa rara volando” (como se refiere al Blériot en otro momento de la historia no recogido en las anteriores citas). Conociéndole un poco, es seguro que el escritor no se habría perdido el espectáculo por nada del mundo y acudiría en cuanto tuviera la primera ocasión, ya fuera el 23, el 26 o el 27, pero no mucho más tarde. Según Isabel del Álamo, “las entonces frágiles máquinas voladoras auguraban un futuro distinto que Corpus supo entender como símbolo del progreso de la humanidad. Para él la aviación no había hecho más que comenzar su carrera que, quizás, podía llegar hasta la luna. El avión era el protagonista de este avance de la ciencia. El avión en unión con el hombre”.

En el caso del relato analizado, aunque sin mayor relevancia literaria, se ofrece un testimonio tanto de un hecho fundamental para la aviación en España, como de la pasión que Corpus Barga sentiría por aquello que él llamó “la audacia del vuelo”. No en vano, numerosos serían los escritos que dedicaría a lo largo de su vida a tal audacia. De hecho, pocos años después, él mismo se atrevió a subir a uno de esos modernos aparatos para protagonizar una hazaña bastante sorprendente. En 1919 con motivo de la firma del Tratado de Versalles tras la Gran Guerra, Corpus Barga decidió llevar en persona el mensaje de paz desde París a Madrid y se embarcó para ello en un vuelo que le llevara hasta la capital de España junto al famoso aviador francés De Romanet. Ambos irían en un biplano de una sola hélice bastante rudimentario y, tras más de un susto, la peripecia concluyó con éxito, convirtiéndose su llegada a Madrid en todo un acontecimiento. Corpus Barga escribiría una serie de artículos para ‘El Sol’ y, con algunas variantes, para ‘La Nación’ de Buenos Aires contando tan especial y arriesgada aventura, y estos artículos, como muestra de admiración hacia Corpus Barga, los recopilaría y editaría Juan Ramón Jiménez un año después en un librito del que saldrían tan sólo cien ejemplares, no destinados a la venta, bajo el título ‘París-Madrid. Un viaje en el año 19’.

Noticia aparecida sobre el vuelo del aviador francés De Romanet y el corresponsal de ‘El Sol’ en París, Señor Corpus Barga
‘El Sol’ 570,  28 de junio de 1919.

Libro de Corpus Barga dedicado a un tal Arturo Soria

¿Que por qué se mencionan aquí con tanto detalle estos hechos de 1919 y 1920 sin aparente relación con la Ciudad Lineal o con quien la creó? Porque la hay… Aunque ya no conste en su catálogo, hasta hace unos pocos años la Librería Gulliver de Madrid tenía a la venta un ejemplar de ese libro dedicado a un tal Arturo Soria. Si con Mamet se daban demasiados nombres para una misma persona, en este caso hay demasiadas personas con un mismo nombre. El libro está editado en 1920, por lo que, aunque escaso, aún pudo haber margen para que Corpus Barga le regalara ese ejemplar a Arturo Soria y Mata, el fundador de la Ciudad Lineal. Podía ir también dirigido a su hijo y sucesor al frente de la CMU, Arturo Soria y Hernández. Lo más probable, sin embargo, es que la dedicatoria fuera para el nieto, Arturo Soria y Espinosa. Y vale que en 1920 éste tan sólo tenía 13 años, pero Corpus Barga le pudo dedicar el libro algo más tarde, ya en 1934, por ejemplo. Porque en 1934, Corpus Barga y Arturo Soria y Espinosa fundaron un semanario, ‘Diablo Mundo’, con el objetivo de defender sus ideales republicanos y, por tanto, no habría habido mejor ocasión para ello. Dicho semanario llegaría a tener una tirada de 10.000 ejemplares y contaría con las mejores firmas de la intelectualidad de la época, pero tan sólo llegaría a contar nueve números ante un Gobierno, el de la CEDA, poco favorable. 

Javier Rodríguez Cabello

Fuentes:

-Corpus Barga, ‘Contando sus pasos: Primer viaje a América (La vida rota, segunda parte) y otros textos inéditos de su juventud’, prólogo de Isabel del Álamo Triana, Valencia, Editorial Pre-Textos, 1997.

-Revista ‘Aeroplano’.

-Números de entre marzo y abril de 1910 de: ‘La Ciudad Lineal’, ‘La Correspondencia de España’, ‘La Época’, ‘Nuevo Mundo’, ‘El País’, ‘Actualidades’, ‘El Imparcial’, ‘El Liberal’, ‘Aviación’, ‘España Automóvil’…

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